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The crisis does not distinguish species

October 05  of 2022

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Argarita is a 72-year-old lady residing in the municipality 

San Cristóbal, in the Artemisa province. 15 years ago he was diagnosed with diabetes, news that came along with his retirement from work and the well-known violation of his economic income. Margarita lives with her grandson, a pre-university student, in the so-called cuarterías in front of the municipal park. The total income of the household does not greatly exceed Margarita's retirement, the result of her entire economic life's work in a sugar mill. 

 

In San Cristóbal it has been more than two years since the stores in national currency disappeared and it has been approximately a year since the municipality of Artemisa did not receive the special diet of milk and meat for people with diabetes. In this way, Margarita and her grandson feed on the products available through the supply book and the sporadic sales of chicken or hash in national currency, which is done at least once a month in San Cristóbal.

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Hace poco, cerca de la comunidad de San Lázaro —la cual es un ejemplo muy ilustrativo de comunidad marginal en el municipio— se averió una válvula de presión en la tubería conductora de agua potable ubicada encima de un puente que cruza uno de los ríos que desembocan en la bahía por esa zona de la ciudad. Por inverosímil que parezca, habitantes de la zona comenzaron a afluir durante varios días a tomar baños en dicha válvula y a acopiar el agua en bidones debido a la escasez que experimentan desde hace meses en sus viviendas, poniendo en riesgo sus vidas y las de sus hijos, pues este lugar está situado en la carretera de mayor tránsito de vehículos que salen de la ciudad.

Lo paradójico es que, con la escasez que hay, coexiste mucho despilfarro en otras comunidades donde los salideros dilapidan miles de litros al día que van a dar a cañadas y canales, perdiéndose para el consumo local.

Estos salideros existen, en muchos casos, desde que los residentes del lugar tienen memoria. La empresa estatal de Acueducto y Alcantarillado, responsable del mantenimiento de estas redes de abasto, pareciera estar al margen de la situación y ni siquiera se molesta en dar respuestas a los reclamos de la ciudadanía, quienes no encuentran solución para este problema.

El trato indiscriminado de los cauces de agua naturales que atraviesan la ciudad, convertidos en vertederos de cuantos residuos sólidos y químicos se pueda imaginar, tampoco ayuda a la creciente crisis de oferta, pues los residentes de las cercanías de estos ríos y arroyos no pueden hacer uso del recurso si está contaminado o se emplea para actividades ilegales, como bañar animales de trabajo, cosa que ocurre con frecuencia.

Por la otra parte de la red, aquella por la que se evacúan las aguas grises y negras, la situación no está mejor. Diríase que mucho peor, si se toma en cuenta el estado de deterioro de alcantarillas y tragantes en las comunidades que tienen el lujo de poseer alcantarillado, y la peligrosa situación higiénica de aquellas que no lo tienen. El testimonio gráfico no deja lugar a dudas.

Los depósitos, salideros y canales de aguas albañales al descubierto en los espacios comunitarios donde residen las personas y juegan niños pequeños todos los días son un problema crónico en muchos barrios humildes que nunca han visto un vehículo técnico pasar por sus cercanías a destupir caños y fosas que con las lluvias se inundan y entran hasta los cuartos de las viviendas, contaminando todo a su paso.

El agua es el líquido vital de nuestra civilización. Sin ella, las comunidades descienden rápidamente al caos y al subdesarrollo. El abasto regular de agua de calidad debe ser, tal vez, la principal prioridad de cualquier administración gubernamental que en realidad desee una mejor calidad de vida para sus ciudadanos y quiera darles oportunidades para superar los lastres del subdesarrollo. Sin inversiones y mantenimiento frecuente las redes hidrotécnicas se deterioran y colapsan, dejando fuera de su cobertura a vastos sectores de la población, sobre todo en áreas densamente pobladas como los centros urbanos y los repartos residenciales.

El acceso al agua de calidad es una condición indispensable para el desarrollo y crecimiento del sector privado pequeño y mediano de la economía. Es inconcebible una nación moderna que no haya resuelto el problema del abasto de agua a su ciudadanía en la tercera década del siglo XXI. Parte de la responsabilidad recae en el soberano, que ha pactado tácitamente con un régimen en decadencia, el cual no tiene nada nuevo que ofrecer a la nación, además de una fútil resistencia obcecada al cambio y a la superación del Estado totalitario.

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