The crisis does not distinguish species
October 05 of 2022
m
Argarita is a 72-year-old lady residing in the municipality
San Cristóbal, in the Artemisa province. 15 years ago he was diagnosed with diabetes, news that came along with his retirement from work and the well-known violation of his economic income. Margarita lives with her grandson, a pre-university student, in the so-called cuarterías in front of the municipal park. The total income of the household does not greatly exceed Margarita's retirement, the result of her entire economic life's work in a sugar mill.
In San Cristóbal it has been more than two years since the stores in national currency disappeared and it has been approximately a year since the municipality of Artemisa did not receive the special diet of milk and meat for people with diabetes. In this way, Margarita and her grandson feed on the products available through the supply book and the sporadic sales of chicken or hash in national currency, which is done at least once a month in San Cristóbal.
m


Claramente mis fiestas de cumpleaños eran las de una familia de ingresos bajos. Sin embargo, las de mi amigo Javier eran diferentes. A la mamá de Javi no le gustaba el cake del Estado porque la panetela estaba muy seca, y el diseño del merengue era un Felicidades en cursiva -no exento de faltas de ortografía-. La verdad es que la mamá de mi amigo siempre tuvo aires de grandeza porque la familia tenía un Moskvitsh y el padre era abogado. La realidad era que en las fiestas de Javier si alcanzaba el presupuesto para payazos y para globos de “afuera”. El cake era de chocolate, de calidad, y con diseño a juego de la temática de la fiesta. El refresco no era Toki de uva, sino tuKola[3] de varios sabores, y las croquetas eran -para mi deleite- más grandes. Javi tenía piñata también, y una bolsita de regalitos para cada invitado.
En realidad, nada de esto importaba mucho para un niño. Lo único que ibas a recordar era lo bien que te lo pasabas con tus amigos “mataperreando”, y a tu mamá corriendo detrás de ti para quitarte la muda de ropa nueva que llevaba tres años guardada esperando pacientemente a que te sirviera. No mucho tiempo después, cuando yo tenía ocho años nació mi sobrino. Sus cumpleaños no fueron muy diferentes a los míos en lo referente a presupuestos. Incluso, pudiéramos decir que para sus cumpleaños la situación socioeconómica del país había mejorado un poco, y tanto mis padres como mi hermana podían organizar fiestas de cumpleaños un poquito mejores que las mías, aunque el cake siguiera siendo el de la dulcería estatal.
Los cumpleaños de ahora
Los cumpleaños de ahora son muy diferentes a los de cuando yo era niño. Ahora hay muchos más recursos para las decoraciones, que varían según el superhéroe o la princesa de Disney de moda. La música no es la misma, y hasta los payasos usan métodos más apegados a las nuevas tecnologías. Sin embargo, en algo no ha cambiado mucho, en los alimentos. Siguen reinando las croquetas y la ensalada fría, sin quedar detrás el cake. Pero he mentido, esto era así hasta antes de 2020 y el comienzo de esta crisis que parece no tener fin.


Hace unos pocos años, la mayoría de las familias cubanas podían, según sus capacidades, realizarle la fiesta de cumpleaños a sus hijos, sin que eso representara una hecatombe económica, en cualquier caso, había todo un año para guardar fondos para ese acontecimiento. En la actualidad, y en una sociedad donde las desigualdades son cada vez más visibles, solo las familias con mejores ingresos pueden celebrar una fiesta de cumpleaños más parecidas a las tradicionales. El resto tiene que hacer lo imposible para que la fecha no pase desapercibida.
Para entender cómo hace una familia cubana para celebrar el cumpleaños a sus hijos me dispuse a entrevistar a mi vecina Dunia, que tiene dos niños pequeños de 6 y 7 años, una hembra y un varón respectivamente. Dunia tiene 38 años y trabaja en una tienda estatal como dependiente. Su salario es de 2800 pesos cubanos, justo por encima del salario mínimo. Antes se podía ganar un poco más porque las tiendas estaban más surtidas y se manejaba dinero en efectivo, y entre una propina y la otra llegaba mejor al final de mes. Pero ahora, la antigua tienda en CUP -pesos cubanos- ha sido reconvertida gracias al ingenio gubernamental en una tienda en MLC, y ya Dunia no recibe propinas. Dunia no vive sola con sus dos niños. En su casa habitan cinco personas en total. Además de Dunia y los dos niños, viven sus padres también. Rolando y Migdalia tienen más de 60 años. Rolando todavía trabaja, como custodio en una institución del estatal, y Migdalia siempre fue ama de casa. Por lo tanto, en el núcleo familiar solo aportan ingresos Dunia y su papá, no superando entre ambos los 6 mil pesos mensuales. Cabe aclarar que este es un tipo de familia bastante común en Cuba.
Cuando entrevisté a Dunia tenía muchas preguntas para hacerle. ¿Cómo recordaba sus cumpleaños de niña? ¿Qué comidas había? ¿Cómo se las arreglas para hacer dos fiestas de cumpleaños, una en febrero y otra en abril? ¿Cuánto gasta en esas fiestas? Primeramente, me di cuenta que sus fiestas de cumpleaños y las mías no fueron muy diferentes, teniendo en cuenta que las suyas fueron en los 80s, antes de la debacle soviética. Según me contó, había más o menos lo mismo: cake, dulces, caramelos, piñatas, refrescos; y es que es un tema más cultural que económico. La diferencia entre sus cumpleaños y los míos radica en que en esos años en los que Cuba aún se beneficiaba de las regalías del bloque socialista, el problema alimenticio simplemente no existía, porque todavía el campo producía, y entraban al país muchos productos no agropecuarios provenientes de países de Europa del Este.
En la actualidad -fuera de las decoraciones más apegadas al mundo globalizado actual- no se puede invitar ni siquiera a los familiares o amiguitos de los niños porque no hay comida para ofrecerles a todos los invitados. Por ejemplo, cada bufé que se compra vale aproximadamente 250 cup, y está compuesto por un pancito, una croqueta, dos dulces y ensalada fría. Si hacemos una cuenta rápida, alimentar 20 invitados costaría 5 mil pesos cubanos. Esto es sin contar el cake del cumpleaños que puede costar desde 3 mil hasta 10 mil pesos, y del cual, en el mejor de los casos, pueden comer solo los niños. Maikol, uno de sus hijos, quería celebrar su último cumpleaños junto a todos sus amiguitos del aula. En el salón de clases son 42 niños. Sobra comentar la gran decepción que se llevaría al saber que el dinero solo alcanzaba para un picacake[4]. Con mejor suerte corrió Amanda, la otra niña que, gracias a la ayuda de otros familiares, y alguna que otra maniobra presupuestaria arriesgada, pudo invitar a cinco de sus mejores amiguitas del aula. Sin contar el alquiler de un local privado para hacer la fiesta o la contratación de un payaso, una fiesta de cumpleaños no cuesta menos de 10 mil pesos cubanos. La realidad dice que esta cifra es casi inalcanzable para una familia cubana de ingresos bajos o medios.
Si nos remitimos solamente al salario de Dunia, para ella sería imposible, como para miles de madres cubanas, celebrar las fiestas de cumpleaños de sus hijos. Por suerte para ella, tiene muchas personas que la ayudan, desde la vecina que le regala la harina para que otra le haga los buñuelos y las croquetas, hasta una amiga que le cede la decoración de un cumpleaños anterior de otro niño. Aun así, para Dunia se ha vuelto un tema bastante delicado, la realización de este tipo de fiestas, y según me confesó, el año que viene, de seguir empeorando la crisis del país, no podrá complacer a sus hijos, que no entienden de crisis, ni de malas políticas, ni de escasez.


[1] “Período Especial en Tiempo de Paz” fue como el Estado cubano nombró a la crisis económica provocada por la disolución de la Unión Soviética a inicios de la década de 1990. La URSS y el conjunto de países socialistas eran los principales proveedores de la economía cubana, llegando a significar un 98 % de todo el volumen de comercio de Cuba.
[2] Durante décadas el Estado cubano entregaba el derecho a los niños cubanos hasta los 14 años a comprar un cake en las dulcerías estatales. Al precio de 7 pesos, no pocas veces los familiares debían aportar algunos de los ingredientes.
[3] Toki, es una marca de refrescos instantánea de baja calidad que fue muy popular en Cuba durante los años 90 e inicios de los años 2000. A su vez tuKola es el equivalente cubano a la Coca Cola.
[4] En Cuba se le dice picacake a un tipo de fiesta de bajo presupuesto en el que solo participa la familia, y como su nombre indica, solo se pica el pastel o cake.