The crisis does not distinguish species
October 05 of 2022
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Argarita is a 72-year-old lady residing in the municipality
San Cristóbal, in the Artemisa province. 15 years ago he was diagnosed with diabetes, news that came along with his retirement from work and the well-known violation of his economic income. Margarita lives with her grandson, a pre-university student, in the so-called cuarterías in front of the municipal park. The total income of the household does not greatly exceed Margarita's retirement, the result of her entire economic life's work in a sugar mill.
In San Cristóbal it has been more than two years since the stores in national currency disappeared and it has been approximately a year since the municipality of Artemisa did not receive the special diet of milk and meat for people with diabetes. In this way, Margarita and her grandson feed on the products available through the supply book and the sporadic sales of chicken or hash in national currency, which is done at least once a month in San Cristóbal.
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Entre otros temas, hablamos del cambio cultural que significó vivir en Cuba, sus modos de sortear la crisis y de vivirla como extranjera, las viscisitudes que compartió con los cubanos y el uso luego de sus privilegios, así como las diferencias entre sus dos estancias en la Isla. Zoe tuvo dos estancias largas en Cuba, primero por un año y tres meses, y la actual de cinco meses. Sin embargo, ya en 2016 había venido como turista junto a su hermana. En este viaje pudo conocer las costumbres alimenticias cubanas y sus platos típicos. Por lo tanto, cuando regresara a Cuba en 2018, sabía en principio qué esperar en lo referente a las costumbres culinarias cubanas. No obstante, Zoe reconoce que no es lo mismo la cara que percibe el turista acerca de cómo se alimentan los cubanos yendo a restaurantes, que haciendo una estancia de larga duración y teniendo que convivir y adquirir alimentos en las mismas redes que los cubanos utilizan. Para entonces, para Zoe no fue tan difícil, ya que llevaba una dieta casi completamente vegetariana. En aquel momento no era tan difícil conseguir algunos alimentos en las tiendas estatales, también en ellas compraba pastas, quesos, salsas de tomate y demás. Sin embargo, percibía la escasez de productos en comparación con otros países de la región latinoamericana en los que había estado, incluso en contextos de aguda pobreza. Para cuando regresó en 2022, no podía creer que esta hubiera incluso empeorado.
Algo muy interesante que surgió de nuestra conversación fue que, según ella, todos los estudiantes extranjeros que conoció durante su estancia, tenían que consumir complementos vitamínicos extras, ya que no podían, mediante los alimentos que comían en Cuba, alcanzar los nutrientes que normalmente debían. Esto es algo que muestra muy bien la complejidad de este tema, y que confirma además que la mayoría de los cubanos, y sobre todo ancianos y niños, tienen dietas deficientes de nutrientes básicos.
Para su viaje en 2022 Zoe sí venía más preparada sicológicamente, sabiendo a lo que se tenía que enfrentar. Por esto vino con muchos más alimentos desde Holanda, y al llegar a Cuba ya tenía una red de amigos que la incluyeron en grupos de compraventa de alimentos en WhatsApp, Facebook, y otras redes sociales virtuales o físicas de mercado informal. Según Zoe, a pesar de la falta de inocuidad de los alimentos,en este periodo no se enfermó propiamente por consumir productos de mala calidad, pero sí le costó recuperarse de una fiebre de dengue porque no pudo adquirir ni consumir alimentos adecuados para su recuperación. Por otra parte, sí se enfermó por la mala calidad del agua, que le provocó varias veces indisposiciones estomacales.


Aun teniendo una situación financiera muy superior a un cubano común, Zoe comentó que gastó muchísimo dinero para alimentarse durante su estancia actual en Cuba. Ella estima que sus gastos contemplaron entre los 1500 y 2000 euros por una estancia de aproximadamente cinco meses.
Una de las cosas que más me interesaba saber era las diferencias que encontró entre ambas estancias en Cuba. Si bien reconoce que ya para 2018 notaba muchos contrastes entre la Isla y otros países dentro de la misma región caribeña y latinoamericana, en 2022 encontró una Isla prácticamente desolada. Tiendas vacías, y otras a las cuales los cubanos de a pie no podían acceder. Sin embargo, dice que lo que más le llamó la atención fue la cantidad de personas, no solo pidiendo dinero en las calles, sino pidiendo comida también. Se encontró a ancianos sin prácticamente nada que comer, y a madres pidiendo dinero con niños en brazos también. Quizás en la mayoría de los países del continente latinoamericano esto sea lo habitual, pero en Cuba jamás, en la historia reciente, habían sucedido estas cosas. Por el momento Zoe no piensa regresar a Cuba. Dejó a un país cayéndose a pedazos y teme que cuando regrese no quede mucho que rescatar.

