The crisis does not distinguish species
October 05 of 2022
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Argarita is a 72-year-old lady residing in the municipality
San Cristóbal, in the Artemisa province. 15 years ago he was diagnosed with diabetes, news that came along with his retirement from work and the well-known violation of his economic income. Margarita lives with her grandson, a pre-university student, in the so-called cuarterías in front of the municipal park. The total income of the household does not greatly exceed Margarita's retirement, the result of her entire economic life's work in a sugar mill.
In San Cristóbal it has been more than two years since the stores in national currency disappeared and it has been approximately a year since the municipality of Artemisa did not receive the special diet of milk and meat for people with diabetes. In this way, Margarita and her grandson feed on the products available through the supply book and the sporadic sales of chicken or hash in national currency, which is done at least once a month in San Cristóbal.
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Dice su esposa que al principio, tan solo de ver el aspecto desagradable del “bicho”, le provocaba repulsión. La piel oscura y babosa, los bigotes largos y saber dónde podía vivir y qué solía comer, le provocaba asco. No fue hasta un día que la hija mayor preparó la carne sin decir qué era realmente, la presentó como pescado y punto. Gustó mucho y acabada la comida dijo a todos lo que era. La señora protestó un poco al principio, pero reconoció que el plato había estado rico al paladar. La experiencia de ella suele repetirse bastante: a juzgar por la vista cualquiera podría afirmar que de ese animal nunca comerá.
Otra cosa es cuando, incluso manteniendo los mismos criterios ante la morfología del animal, la persona se ve obligada a ingerir la claria por razones de salud. Ante la falta de “todo” los médicos recomiendan: “consigue claria, que hay que subir esa hemoglobina”. María es una anciana que estaba en esta situación. Necesitaba ser intervenida quirúrgicamente y su hija cuenta que no tenía qué darle de comer que le ayudara en ese empeño. Consiguió que un amigo del campo le pescara varias clarias en una laguna y le preparó varias comidas. Dice que es cierto, que la hemoglobina le subió después de un mes y desde entonces a todos en la casa les gusta este plato tan polémico.
Cada persona tiene su propia forma de preparar las clarias. Todos asienten que es difícil poder quitarle la piel, por eso prefieren comprarla ya hecha filetes; pero ante la escasez a veces no se puede elegir y hay que “quedarse con lo que venga”. La familia Pérez nos cuenta que en su hogar la claria les gusta a todos. Comenzaron por la típica actitud “ni muerto me como eso” y ahora la prefieren ante otros pescados. Dicen que la primera vez fue durante el embarazo de la señora de la casa. Los médicos del Programa Nacional de Atención Materno Infantil (PAMI) de su consultorio del médico de la familia le recomendaron comer toda la claria posible durante el embarazo. Le dijeron que era muy buena para mantener la hemoglobina y algunos nutrientes como el calcio que durante el embarazo necesita ser mantenido en los estándares requeridos. Cuando consiguieron el alimento preguntaron cómo prepararlo y una vecina les dijo. Ellos refieren que desde entonces siguen la misma receta y es agradable al paladar, que no te enteras que es claria si no te lo dicen. Si ya viene en filetes, porque hay personas que las venden por las calles ya troceadas, es más fácil, de lo contrario el señor de la casa ya las sabe preparar. Esos filetes los ponen en bastante ácido y los salan durante un tiempo, a veces, si son muchos, los dejan de un día para otro. También le echan ajo y algún condimento en polvo, luego los fríen y dicen que quedan exquisitos. Ahora todos los de casa comen y persiguen quién venda el susodicho animal.


Siempre hay quienes dicen “eso no lo comeré nunca” pero creyendo en las bondades del alimento se lo compran a las mascotas de casa. Roberto tiene un perro sato afectado por garrapatas, lo llevó al veterinario, le hicieron análisis de sangre y le indicaron claria para mejorar los valores de hemoglobina. Lo mismo que sucede con los humanos. Hace varios meses compra, cada quince días, un paquete para el perro a un señor que pasa por su barrio vendiendo. Se la hierve con sal y se la da una vez al día. Dice que mejoró rápidamente y hasta subió de peso.
En ocasiones las autoridades del país han hablado de la claria como solución a la escasez de alimentos en Cuba. También han dicho que los cubanos no tenemos cultura de comer pescado, de ahí la negativa para ingerir este otro. De una forma o de otra, el asunto no es cuestión de gusto, que siempre dependerá de cada persona, se trata de desabastecimiento, de baja producción y de inexistencia de opciones para poder escoger lo más acorde al bolsillo y al paladar de cada uno.
Este depredador natural tiene sus consumidores y sus detractores. Está incluido entre las 100 especies más dañinas del mundo y a pesar de que su proliferación es bastante fácil algunos alegan que hasta la claria está perdida en Cuba. Los que se la tienen que comer, porque no tienen otras opciones, están conscientes de que soberanía alimentaria no es eso: “Comer lo que aparezca, porque no hay más ná”, como dice Lourdes, una jubilada de 72 años es un logro de la Revolución.

