The crisis does not distinguish species
October 05 of 2022
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Argarita is a 72-year-old lady residing in the municipality
San Cristóbal, in the Artemisa province. 15 years ago he was diagnosed with diabetes, news that came along with his retirement from work and the well-known violation of his economic income. Margarita lives with her grandson, a pre-university student, in the so-called cuarterías in front of the municipal park. The total income of the household does not greatly exceed Margarita's retirement, the result of her entire economic life's work in a sugar mill.
In San Cristóbal it has been more than two years since the stores in national currency disappeared and it has been approximately a year since the municipality of Artemisa did not receive the special diet of milk and meat for people with diabetes. In this way, Margarita and her grandson feed on the products available through the supply book and the sporadic sales of chicken or hash in national currency, which is done at least once a month in San Cristóbal.
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Resulta paradójico cómo la narrativa oficialista se empeña en señalar a los “culpables” habituales: el embargo estadounidense, los acaparadores, el intermediario etc. mientras las cosechas siguen pudriéndose en los campos cubanos producto de la pésima gestión del ineficiente y obsoleto entramado empresarial socialista, incapaz de proveer a la ciudadanía los bienes y servicios básicos que necesita para una subsistencia digna. A nadie sensato dentro de Cuba le cabe la duda sobre quien es el verdadero responsable de la crisis que tanto agobia a la ciudadanía. De acuerdo con Cibercuba:
“Un campesino cubano denunció que toda su cosecha de tomates se pudrió debido a trabas burocráticas y responsabilizó a los dirigentes cubanos a quienes “no les interesa el pueblo”.
En varios posts de Facebook, el agricultor Raúl Morales, de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CSS) Manuel Fajardo, en el municipio Encrucijada, provincia de Villa Clara relató:
“En mi Cooperativa existen 11 puntos de ventas, no es lógico que mi producción de tomate se esté pudriendo en la finca, a pesar de que yo como campesino tengo creadas las condiciones para llevarla al punto, y ninguno me acepta el tomate, teniendo que regresar con las cajas”.


A este complejo escenario hay que sumar la nueva crisis del combustible que está causando estragos en la cadena de suministros. Las filas de autos estatales y privados suman varias cuadras en casi todas las ciudades del país para comprar pocos litros racionados de gasolina o diésel. Policía y elementos de las Tropas Especiales de las FAR apostados en las gasolineras “adornan” los paisajes urbanos del país mientras los turnos en las colas se venden a 2000, 3000 y 5000 pesos respectivamente según el lugar y el horario.
Esta situación ha afectado especialmente a las comunidades rurales aisladas y los asentamientos costeros y montañosos que dependen casi exclusivamente del sistema logístico nacional para aprovisionarse de alimentos y otros bienes considerados como necesidades básicas. En el Escambray cienfueguero la carestía de alimentos está provocando un flujo considerable de campesinos que deben hacer viajes de hasta tres días a las ciudades y pueblos situados en el llano para abastecerse de productos que no se pueden encontrar en la serranía; siendo los más demandados aquellos alimentos que requieren cierto nivel de procesamiento industrial, los enlatados, el aceite, la sal, el azúcar, la harina de trigo etc.
En estos momentos algunas de estas comunidades recurren a prácticas de supervivencia y autoconsumo pero estas prácticas, tales como la caza de animales silvestres, la recolección de frutas, la pesca y el trueque no son sostenibles a largo plazo. Ni hablar de la presión que estas prácticas de crisis ejercen sobre los ecosistemas locales y los peligros que esto entraña para la biodiversidad endémica en algunos lugares.
En los subsecuentes meses de primavera y verano debería experimentarse una muy ligera recuperación producto del propio ciclo natural de las cosechas y la llegada de la estación de las frutas tropicales, pero sin una cadena de suministros eficiente que sea capaz de asumir la distribución adecuada, esta oportunidad podría perderse agravando aún más la situación. La incertidumbre es la norma en estos momentos.

