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ENTREVISTA

Al menos los animales encuentran algo qué comer en el monte

Ignacio tiene 64 años y vive en Guantánamo, toda su vida fue obrero

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Si pensara en su alimentación diaria, ¿diría que come realmente lo que quiere y considera saludable? ¿Qué factores influyen en sus decisiones a la hora de elegir qué comer?

 

No, qué va, no como lo que quiero y mucho menos son saludables los alimentos que adquiero, porque no existen los alimentos que en realidad uno desea comerse. Yo, con 64 años, quisiera comer algo que me dé fuerzas, un buen plato con carne, un bistec de vaca como los de antes, algo que me levante el ánimo, pero no se puede. Los factores son siempre los mismos: no hay variedad de nada, ni en productos ni en precios. Todo es caro y escaso.

Por ejemplo, sal a buscar dónde comerte un bistec de res a ver dónde lo encuentras; es que ni preguntarlo es bueno, porque te miran como si estuvieras loco. Mi salario de obrero no alcanza para nada, y lo poco que llega a la bodega es lo que agarro, sin opción a elegir. Esto es culpa del gobierno, de su famoso reordenamiento y de las decisiones equivocadas que toman, que nos tienen a todos pasando trabajo mientras ellos comen bien. Y en San Antonio del Sur, la cosa es peor porque no hay ni mercado negro decente para resolver.

 

¿Cuáles son los alimentos más importantes en su dieta y de qué forma accede a cada uno?

Los alimentos más importantes que consumo son el arroz, los frijoles, la vianda y algunas verduras de vez en cuando, cuando hay suerte. El arroz y los frijoles los saco de la bodega, pero muchas veces no llega todo lo que toca por la libreta, y hay que esperar semanas o buscar por fuera con alguien que venda algo.

Las viandas, como el boniato o la yuca, las consigo si algún vecino del campo me hace el favor de traerme un poco, porque aquí en el pueblo no hay mucho. Las verduras están perdidas; a veces aparece un tomate o un pedazo de calabaza, pero es raro. No tengo ayuda desde el extranjero, lamentablemente, vivo solo de lo poco que llega a la bodega y de lo que con mi salario de obrero puedo comprar. Trabajo en la construcción, tú me ves suda y suda y cuando llego a casa no hay ni un pedazo de carne para comer bien. Antes, en otros tiempos, uno podía buscar algo más, pero ahora todo está seco, no hay nada. Mi pensión, cuando me jubile, no sé si me va a dar para vivir.

Ante la actual crisis económica en Cuba, ¿qué estrategias y opciones tiene para sobrellevar las dificultades que enfrenta?

No tengo una estrategia planificada, ¿qué estrategia voy a tener si no hay con qué? Compro lo que pueda hasta donde alcanza mi salario, y el resto del mes acepto que paso hambre porque ya no tengo qué comer. Hay días que me acuesto con el estómago vacío, mirando el techo y pensando qué hago.

En ocasiones, algunos familiares me brindan algún sustento; mi hermana, que vive a unas cuadras, me trae un poco de arroz o una vianda cuando puede, pero ella también está apretada. Aquí en San Antonio del Sur no hay transporte para ir a buscar comida a otro lado, la luz se va todo el tiempo, y el agua no llega, y cuando llega hay que correr con los cuatro cubos que uno tiene para llenarlos. Esto no es vida, esto es sobrevivir como animal, y ni eso, porque hasta los animales encuentran algo en el monte.

¿Qué sentimientos y emociones experimenta cuando piensa en la labor de garantizar la alimentación en la familia?

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El estrés es el sentimiento que más me da, porque no sé qué hacer y no veo solución a nada de esto. Yo vivo solo y ahora no tengo ni fuerzas ni recursos. Me siento inútil, viejo y cansado, con las manos vacías. Cada vez que voy a la bodega y veo las estanterías peladas, me hierve la sangre, y luego me entra una ansiedad que no sé cómo quitarme. Esto es un tormento diario; uno se levanta pensando qué va a comer y se acuesta con el mismo problema en la cabeza. A mi edad, con la presión alta y sin medicamentos, esto me está matando poco a poco.

¿Para Ud., cuál crisis ha sido peor, el Periodo Especial o la crisis actual? ¿Por qué?

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Como la crisis actual no hubo otra nunca, no se puede comparar con el Periodo Especial porque yo no recuerdo que en aquel entonces haya pasado hambre y hoy en día han existido algunos días en los que me fui a la cama sin comer siendo yo una persona enferma que está hasta sin medicamentos por a la ausencia de los mismos en las farmacias. En los 90 tú ibas y conseguías algo en la calle. Ve ahora para que tú veas que si no tienes una familia que te mande plata no compras nada y te mueres de hambre.

Preferiría mil veces regresar al Periodo Especial antes que vivir estos tiempos.

¿Cómo llegó a escoger esta ocupación/actividad? ¿Influye la crisis actual en ella?

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Yo trabajé con el Estado en mi juventud de esto mismo, constructor, y lo dejé porque siempre han pagado muy poco. Por eso me puse a hacer negocios, recoger bolitas, vender cacharros, pero ahora que estoy mayor me tuve que reincorporar para poder ganar mi jubilación ya que al no tener ningún ingreso era difícil adquirir los alimentos. Gracias a eso al menos tengo la esperanza que cuando esté mayor podré tener una chequera, aunque sea para comprar lo poco de la bodega.

¿Se imaginaría realizarla durante el Periodo Especial? ¿Qué cambiaría?

No creo que cambiaría mi decisión de trabajar, pero la diferencia sería enorme. En el Periodo Especial iba a trabajar con la barriga llena, ahora no. En ese tiempo, por lo menos comía algo antes de salir a romperme el lomo, siempre había algo que te diera energía. Ahora tú me ves y llego al trabajo débil, con el estómago con café y agua, y así uno no rinde igual. Con los jefes que tenemos, trabajar es un castigo doble: te pagan mal y no tienes ni cómo alimentarte para seguir.

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