ENTREVISTA
Me siento como si fallara todos los días
Mireya tiene 61 años, es ama de casa y vive en San Antonio del Sur, Guantánamo

Si pensara en su alimentación diaria, ¿diría que come realmente lo que quiere y considera saludable? ¿Qué factores influyen en sus decisiones a la hora de elegir qué comer?
Claro que no, porque no hay los alimentos necesarios como para uno escoger lo que quiere comer o lo que sería apropiado para la salud. Aquí no hay variedad ni opciones, uno se come lo que aparece y punto, no hay más que hacer.
Por ejemplo, a veces quisiera comer un pedazo de carne o un pescado o, algo que me dé fuerzas y que sea bueno para mis años, pero eso no existe. Si aparece algo en la calle, los precios están muy altos y eso es mucho y más para mí que, soy una ama de casa y no tengo un salario propio. Mis hijas me ayudan con algo de dinero que mandan de vez en cuando, pero ni siquiera eso alcanza para darme el gusto de elegir lo que quiero. Todo se va en boberías, en lo que haya en la bodega o en lo que pueda conseguir con mucho esfuerzo. La situación del país, la escasez, el poco dinero que entra, todo eso me tiene con las manos atadas.
¿Cuáles son los alimentos más importantes en su dieta y de qué forma accede a cada uno?
Los alimentos que más consumo son el arroz, los frijoles, las viandas y, cuando se puede, alguna ensalada, porque en cuanto a proteína, eso es difícil por no decir imposible. El arroz y los frijoles los consigo por la bodega, aunque a veces no llega todo lo que toca y hay que esperar o “resolver por fuera”. Las viandas las busco con alguien del campo cuando hay, pero no siempre se puede, y las ensaladas dependen de si hay tomate o algo verde en el mercado, que casi nunca aparece. Yo solo dependo de mí misma y de lo poco que llega a la bodega, no tengo ayuda de nadie más allá de lo que mis hijas me mandan de vez en cuando desde afuera. Ellas me envían algo de dinero para la manutención, y con eso trato de completar lo que falta, pero no es suficiente para cambiar la dieta.
Ante la actual crisis económica en Cuba, ¿qué estrategias y opciones tiene para sobrellevar las dificultades que enfrenta?
Para mí no existe ninguna estrategia, es resistir hasta que uno muera, porque no hay de otra y no tengo esperanza de que exista ninguna mejoría. ¿Qué voy a hacer si no hay comida, si no hay transporte, si el agua falla y la luz se va todo el tiempo? Yo sola no puedo inventar soluciones mágicas. Mis hijas me ayudan y con eso trato de estirar lo que consigo, pero no es que me resuelva la vida. Compro lo básico, lo que esté más barato, y a veces ni eso hay. No puedo esperar que nadie haga algo por mí, porque tanto mis amigos como familiares están en las mismas condiciones, e incluso peor algunos. La corriente tú sabes que solo viene como 4 horas al día, y entonces dime ¿qué uno hace? Cocinar con carbón si es que lo tienes.
¿Qué sentimientos y emociones experimenta cuando piensa en la labor de garantizar la alimentación en la familia?
El dolor más grande de la vida es ver que no hay dinero para comprar nada y que no puedo suplir las necesidades de mi familia. Me siento inútil, atrapada, con unas ganas de llorar de impotencia que no se me quitan. Antes, cuando mis hijas estaban aquí, yo luchaba por ellas, pero ahora que están lejos, me mandan dinero y aun así no alcanza.
Pienso en lo que ellas comen allá afuera, y luego miro mi plato con arroz y un pedacito de vianda, y se me parte el corazón. Quisiera tener fuerzas para cambiar esto, para darles algo mejor si vienen de visita, pero no puedo. Es una tristeza honda, una carga que me agota, porque no hay forma de salir de este hueco. Me siento como si fallara todos los días, aunque sé que no es mi culpa.
¿Para Ud., cuál crisis ha sido peor, el Periodo Especial o la crisis actual? ¿Por qué?
Para mí, la peor crisis es esta, la de ahora, porque en aquel entonces, durante el Periodo Especial, las cosas no estaban tan caras como ahora, y yo era más joven, tenía más energía para salir a luchar. En esos tiempos, aunque todo estaba duro, uno podía trabajar, buscar el sustento de la familia, y había algo más de esperanza. Ahora no, ahora estoy cansada, los precios son imposibles, y lo poco que mis hijas me mandan se va en nada. Antes, con menos, rendía más; hoy, ni con ayuda se puede. Además, siento que el país está más roto que nunca, que no hay ni ganas de seguir adelante. En el Periodo Especial al menos había un poco más de unión, de ganas de resolver, pero esto de ahora es como un vacío que te traga.
¿Cómo llegó a escoger esta ocupación/actividad? ¿Influye la crisis actual en ella?
Bueno, yo no quería ser ama de casa, no era mi plan, pero las circunstancias me obligaron. Tuve que quedarme al frente de ocho hermanos luego del divorcio de mis padres, y eso marcó mi vida. En algún momento sí trabajé con el Estado, tenía un trabajo que me gustaba, pero por la enfermedad de mi mamá lo tuve que abandonar para cuidarla.
Después de eso, ya no volví a trabajar afuera; la edad, el cansancio y la falta de oportunidades me dejaron aquí, en la casa, dependiendo de lo poco que consigo y de mis hijas que me mandan desde afuera. Ya no hay trabajo para alguien como yo, y estoy agotada de pelear contra lo mismo. Si no fuera por mis hijas, no sé cómo estaría viva. Yo era buena estudiante, soñaba con otra vida, pero todo se jodió por cosas que no pude controlar.
