ENTREVISTA
Quisiera menos control, que no me multen por vender tres boniatos en la esquina
Manuel tiene 85 años,, vive en Artemisa y es campesino jubilado con 1200 pesos de pensión. Vive solo, en una casita muy modesta en las afueras del municipio.

Si pensara en su alimentación diaria, ¿diría que come realmente lo que quiere y considera saludable? ¿Qué factores influyen en sus decisiones a la hora de elegir qué comer?
Mira, mijo, comer lo que uno quiere... eso es un lujo que no todos podemos darnos. Yo como lo que se puede, lo que aparece. Antes, cuando trabajaba en el campo, comía más viandas, arroz con frijoles, siempre tuve un puerquito, pollos, algún carnero, y la carne más menos se resolvía. Ahora, con la pensión que recibo, dependo de la libreta, de lo que me puedan ayudar algunos parientes y de vez en cuando compro algo en la calle, pero está carísimo.
¿Cuáles son los alimentos más importantes en su dieta y de qué forma accede a cada uno?
Ahora mismo, lo que más como es arroz, frijoles, huevo cuando hay, picadillo, croquetas. El pan es de la bodega, pero no siempre es bueno. Cuando hay boniato o malanga, lo compro en el agro, aunque a veces los precios están por las nubes. Frutas casi no como, y la leche... ¡ojalá! Antes, muchacho, yo tomaba leche de vaca, pero eso ya no se puede.
Las cosas las resuelvo en la calle, algunos vecinos que me ayudan, en la carretilla. Lo que dan en la bodega no alcanza, pero a mí me resuelve, a veces en los particulares compro algo, y así…
Ante la actual crisis económica en Cuba, ¿qué estrategias y opciones tiene para sobrellevar las dificultades que enfrenta?
Bueno, uno aprende a estirar lo que tiene. A mí me ayuda aquí una sobrina mía que me limpia y me lava, y algunas veces me trae comida o me cocina la que tengo. Hace muchos años que la chequera no alcanza para nada, y antes a la bodega y a la carnicería llegaba algo y más o menos uno resolvía, pero es que lo de ahora es inhumano. Por ejemplo, si hago un potaje de frijoles, no los cuajo, le echo más agua y lo dejo para varios días. Lo congelo para que no se eche a perder. Trato de comprar croquetas que eso rinde y ayuda.
Lo de la corriente ni cojo lucha ya, yo me acuesto a dormir y punto, al final yo nunca dormí con ventilador. El agua la misma historia, acumulo cuando hay y si no hay no me baño y reservo para tomar.
¿Qué sentimientos y emociones experimenta cuando piensa en la labor de garantizar la alimentación en la familia?
Es una preocupación constante. También es tristeza y desilusión. Mira, yo siempre he defendido y apoyado este país, esta revolución, yo he trabajado como un mulo por este país toda mi vida, en cooperativas, cortando caña aquí y en otras provincias, en fin, para no hacerte el cuento largo, que ahora que yo espero tener una vejez digna, que el país que yo ayudé a hacer, me ayude a mí, que va, me tiran a un lado. Ahora la gente hace colas interminables por un paquete de pollo o un poco de aceite. Es triste ver cómo ha cambiado todo.
¿Para Ud., cuál crisis ha sido peor, el Periodo Especial o la crisis actual? ¿Por qué?
Mira, el Periodo Especial fue duro, muy duro. Yo me acuerdo de los apagones, de la falta de transporte, de la gente flaca que parecía aquello no se qué. Claro, en aquel momento pensábamos que la cosa era momentánea, porque también Fidel nos convenció de eso, aunque nos dijo claro que la íbamos a pasar negra.
La gente tenía como más fuerza para soportar eso, la gente tenía esperanza de que mejoraríamos. Ahora... ahora la cosa está peor en otro sentido: la juventud quiere irse, la gente está cansada. En los años 90 había solidaridad, nos ayudábamos más. Ahora todo el mundo está en lo suyo, buscando cómo resolver, el gobierno no sabe cómo diablos resolver esto y cada día es peor, y si te soy honesto compadre, los que están ahí ahora no saben lo que están haciendo.
¿Cómo llegó a escoger esta ocupación/actividad? ¿Influye la crisis actual en ella?
Desde antes de nacer ya se sabía que yo iba a ser guajiro, porque yo vengo de una familia de campesinos, de gente pobre que trabaja la tierra, no de terratenientes. Así que cuando triunfa la revolución yo me sumé al proceso. Cuando era joven, trabajé en los cañaverales, cortando caña de sol a sol. Eso no era vida, pero al menos uno ganaba algo. Luego siempre estuve vinculado a las cooperativas estatales y bueno en mi finquita que es bastante pequeña.
¿Se imaginaría realizarla durante el Periodo Especial? ¿Qué cambiaría?
En el Período Especial lo hice, seguí trabajando el campo, me acuerdo que teníamos que hacer guardias porque la gente se robaba los campos de boniato, las yucas. Aquello fue del carajo.
Yo recuerdo antes de 1959….. pasamos mucha hambre yo y mis 7 hermanos. Es verdad que, por ejemplo, con poco se resolvía en la bodega del pueblo, pero no te creas, que mi padre era jornalero, y cuando no había caña para cortar, la pasábamos negra. Sin embargo, a veces me parece que la miseria es más repartida.
Ahora lo único que quisiera es tener ciertas libertades y que, si hoy siembro, mañana cosecho, y no venga nadie a decirme que no puedo. También hacen falta semillas, y unos animalitos. Unas gallinitas, un puerquito, que den para criar y comer, aunque sea. Y no es pedir mucho, pero… menos control y más ayuda.
Que no me multen por vender tres boniatos en la esquina. Si trabajo, que sea para vivir, no para enriquecerme. En fin… uno se aguanta. La vida me ha enseñado que, con paciencia, y el machete bien afilado, algo se puede hacer. Aunque sea un platanito en el patio… algo es algo.
