ENTREVISTA
Una aprende a conformarse con lo que hay
Carmen vive en Bauta, es maestra jubilada, tiene 75 años y vive de su pensión de 1800 pesos.

Si pensara en su alimentación diaria, ¿diría que come realmente lo que quiere y considera saludable? ¿Qué factores influyen en sus decisiones a la hora de elegir qué comer?
Bueno, querido, uno aprende a conformarse con lo que hay. Yo trato de comer lo más saludable posible, pero a veces es difícil. Antes me gustaba mucho el pescado y las ensaladas, pero ya eso son recuerdos de otra vida. Como lo que puedo: arroz, frijoles, chícharos, huevos cuando aparecen, pan de la bodega. La carne la veo poco, y las frutas y verduras también. Mi pensión no da para nada, y la de mi esposo tampoco, así que compro con cuidado y estiro lo que tengo. Mayoritariamente dependo de las ayudas de mi hija que me manda algún combito de comida un par de veces al año o dinero para ir resolviendo.
¿Cuáles son los alimentos más importantes en su dieta y de qué forma accede a cada uno?
Bueno, siempre tengo arroz y algún frijol porque nosotros no podemos comer sin eso. Ya la proteína se me complica, y hay que comprar picadillo del que aparezca, perritos, jamonada, pollo cuando se puede, huevo, etc. Cuando puedo compro tomate, pero cuando baja el precio porque cuando está a 500 pesos ni lo miro, compro pepino o calabaza. Y los dulces... ¡ay, cómo extraño los dulces de antes! Ahora solo como lo que me regalan o lo que logro hacer con lo poco que tengo, un flancito, un pudín, boniatillo.
Trato de conseguir lo que puedo donde todo el mundo, en la calle, en la mipyme, en las tiendas del Estado nada porque están vacías.
Ante la actual crisis económica en Cuba, ¿qué estrategias y opciones tiene para sobrellevar las dificultades que enfrenta?
La principal estrategia es la paciencia. (risas) Yo hago mi lista de compras con cuidado y trato de aprovechar todo lo que tengo, de estirar lo más posible, hacer sopas, y así lo que podamos hacer. También ahorro todo lo posible en electricidad cuando hay, y en el gas, cocino con lo justo, porque aquí tú sabes que son dos balitas de gas al año si tienes suerte.
Y, claro, cuando mi hija puede enviarme algo de afuera, es una ayuda grande. Sin eso, la vida sería aún más dura.
¿Qué sentimientos y emociones experimenta cuando piensa en la labor de garantizar la alimentación en la familia?
Es una preocupación constante. Mira, cuando trabajaba como maestra, me preocupaba por mis alumnos, por sus meriendas, por si comían bien en casa. Porque tuve alumnos de todo tipo y procedencia social. A veces me da tristeza ver cómo la comida se ha convertido en un problema diario, algo que genera estrés en lugar de alegría. Antes uno cocinaba con amor, ahora cocina con lo que hay y esperando que alcance para el otro día.
¿Para Ud., cuál crisis ha sido peor, el Periodo Especial o la crisis actual? ¿Por qué?
El Periodo Especial fue muy difícil, pasamos hambre y muchas carencias. Pero al menos sentíamos en ese momento que se venían años duros que era una etapa difícil, pero se creía, o nos hacían creer que iba a ser momentánea. Y fue verdad que después en los dosmil y pico la cosa mejoró un poco.
Ahora esto no tiene nombre, la crisis es diferente: la gente ha perdido la esperanza, los jóvenes solo piensan en irse, y las cosas que antes eran básicas se han convertido en lujos. Me preocupa que la situación no tiene un final claro, y eso es lo que más pesa. Antes confiábamos en que mejoraríamos, ahora muchos no saben qué esperar, es desesperante la verdad.
Si yo pudiera soltar este peso que uno carga todos los días, esa preocupación constante por qué vamos a comer mañana, por cómo estirar el arroz o si aparecerá el huevo… si pudiera desprenderme de eso, sentir que puedo vivir sin depender tanto de lo que venga de afuera o de la suerte… para mí eso es ser independiente.
Para mí, ser independiente hoy sería tener un poquito más de tranquilidad, no abundancia, no lujos… solo saber que puedo comprar una libra de tomate sin tener que hacer cuentas con el corazón apretado. Que, si se me antoja un dulce, me lo pueda comprar, ¿entiendes? Yo no pido mucho. A mi edad, lo que quiero es vivir los días que me quedan con dignidad. Cocinar sin miedo a quedarme sin gas, abrir la llave y que salga agua, tener corriente. Eso, para mí, sería una libertad inmensa.
Claro que para lograr eso hacen falta cosas… hace falta que la chequera alcance, que el Estado se acuerde de uno, de los que ya dimos lo mejor de nosotros cuando éramos útiles, como dicen algunos. Hace falta que no todo dependa de que alguien te mande algo del extranjero. Antes no era así, antes uno tenía poco, pero sentía que podía. Ahora… ahora todo parece depender de otros, y eso agota.
